lunes, 19 de mayo de 2014

LLEGÓ LA HORA DE SACAR AL DIABLO. www.elcolombiano.com


Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA | Publicado el 19 de mayo de 2014

Tomado del www.elcolombiano.com

Asumo el riesgo de que algún fanático del nuevo tribunal del laico oficio de la inquisición se equivoque al acusarme de simpatizar con el Procurador o con alguno de sus arcaicos correligionarios preconciliares, pero tengo la convicción íntima de que a este país se le metió el diablo, en presencias multiformes, y el modo eficaz de expulsarlo lo tenemos en las propias manos, a menos de una semana, mediante el voto útil en las elecciones presidenciales.

El diablo le compró el alma a cierta clase política amoral, que negocia los valores capitales de la sociedad, que sacrifica principios y fines, que en función de un pragmatismo vaciado de contenidos éticos es capaz de rematar la soberanía y las instituciones, que tapa los peores errores del mal gobierno y maximiza fallas ajenas pueriles e irrelevantes, que desequilibra las ramas del poder público para entronizar un régimen de componendas vergonzosa, que disimula su incompetencia con la retórica de la descalificación de los contrarios, que manipula conciencias y construye aparatos mediáticos favorables gracias a la obsecuencia de algunos líderes de opinión aduladores y arribistas.

El diablo, llámesele Satanás, Belcebú, Lucifer, o el Mandinga en estas tierras americanas, es un sembrador de cizaña, un disociador, un incordiador de oficio, un propagador del aborrecLlegóimiento a los que no le rindan pleitesía, un miedoso para debatir con aquellos que son capaces de discordar y decirle unas cuantas verdades, un solapado y farsante, un cínico y mentiroso de siete suelas, un tramposo por naturaleza y vocación. El daño que el diablo le ha hecho a esta nación es inconmensurable. Se les ha metido a no pocos políticos y la única forma de sacárselos es el exorcismo colectivo convocado para el domingo que viene, día de la primera ronda de elecciones presidenciales.

Una vieja y gastada clase política debe atribuirle al diablo su descrédito, su descaecimiento, su pérdida acelerada de popularidad, su caída libre en todas las encuestas, su fracaso repetido por seguirles consejos a mercenarios de la propaganda importados como genios de la estrategia y porque ha querido instituir la malicia y la mala fe y la picardía envuelta en astucia y jugadas maestras.

El diablo es el responsable del sectarismo incendiario, de la persecución encarnizada contra los opositores, del lenguaje violento y guerrero que desvirtúa y contradice cualquier apariencia de propósito pacifista, de la potencia estatal intimidatoria contra los débiles y la pusilanimidad con los verdaderos enemigos y los poderosos.

Con mi cuota útil de votante, voy a participar el domingo en el conjuro cívico nacional para expulsar al Mandinga. Como dice el bambuco de Arellano: Hay que sacar al diablo, no hay más que hacer./ Que suenen explosiones de inteligencia/ sobre el herido vientre de mi país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario